23 | abril: Día Mundial de la Lengua Española.
En esta fecha se conmemora el fallecimiento del escritor Miguel de Cervantes Saavedra, quien murió en ese mismo día en el año 1616. Su obra “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha” es considerada la creación cumbre de la lengua española dado que, entre los fabulosos aspectos que esta obra reúne, se encuentran la claridad y llaneza con que el autor utilizó el idioma para hablar sobre temas universales: la libertad, la locura, el amor.
A su vez, esta fecha coincide con la muerte de William Shakespeare, por lo que, aunque con algunas polémicas en torno a la veracidad y exactitud de la fecha de muerte de éste último, se celebra el Día Mundial del Libro.
Actualmente, el castellano es la tercera lengua más hablada del mundo y la segunda más estudiada. Junto con el francés, el portugués y el italiano, es uno de los idiomas derivados del latín vulgar —o hablado, como se conoce comúnmente— que, con la disolución del Imperio Romano, comenzó a sufrir modificaciones y adaptaciones hasta convertirse en uno de los idiomas neolatinos o lenguas romances.
Como toda lengua, el castellano es un sistema vivo que va transformándose, dejando de lado e incluyendo nuevos términos, adaptando nuevos usos y descartando otros. La Real Academia Española (RAE) es el instituto que se encarga de velar por la uniformidad y normativa de nuestra lengua. Sin embargo, aun atendiendo a las normas académicas y la gramática, no debe dejar de tenerse presente que la riqueza de un lenguaje depende, principalmente, de la claridad que pueda tener su uso en la comunicación, aun cuando se asumen riesgos o licencias para transgredirlo.
Miguel de Cervantes Saavedra
Cuarto hijo de un modesto médico, Rodrigo de Cervantes, y de Leonor de Cortinas, vivió una infancia marcada por los acuciantes problemas económicos de su familia, que en 1551 se trasladó a Valladolid, a la sazón sede de la corte, en busca de mejor fortuna. Allí inició el joven Miguel sus estudios, probablemente en un colegio de jesuitas.
Cuando en 1561 la corte regresó a Madrid, la familia Cervantes hizo lo propio, siempre a la espera de un cargo lucrativo. La inestabilidad familiar y los vaivenes azarosos de su padre (que en Valladolid fue encarcelado por deudas) determinaron que la formación intelectual de Miguel de Cervantes, aunque extensa, fuera más bien improvisada. Aun así, parece probable que frecuentara las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca, puesto que en sus textos aparecen copiosas descripciones de la picaresca estudiantil de la época.
En 1569 salió de España, probablemente a causa de algún problema con la justicia, y se instaló en Roma, donde ingresó en la milicia, en la compañía de don Diego de Urbina, con la que participó en la batalla de Lepanto (1571). En este combate naval contra los turcos fue herido de un arcabuzazo en la mano izquierda, que le quedó anquilosada.
Cuando regresaba de vuelta a España tras varios años de vida de guarnición en Cerdeña, Lombardía, Nápoles y Sicilia (donde había adquirido un gran conocimiento de la literatura italiana), la nave en que viajaba fue abordada por piratas turcos (1575), que lo apresaron y vendieron como esclavo, junto a su hermano Rodrigo, en Argel. Allí permaneció hasta que, en 1580, un emisario de su familia logró pagar el rescate exigido por sus captores.
Don Quijote enloquece leyendo libros de caballerías (ilustración de Gustave Doré)
Ya en España, tras once años de ausencia, encontró a su familia en una situación aún más penosa, por lo que se dedicó a realizar encargos para la corte durante unos años. En 1584 casó con Catalina Salazar de Palacios, y al año siguiente se publicó su novela pastoril La Galatea. En 1587 aceptó un puesto de comisario real de abastos que, si bien le acarreó más de un problema con los campesinos, le permitió entrar en contacto con el abigarrado y pintoresco mundo del campo que tan bien reflejaría en su obra maestra, el Quijote.
Don Quijote de la Mancha
La primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha apareció en 1605; el éxito de este libro fue inmediato y considerable, pero no le sirvió para salir de la miseria. Al año siguiente la corte se trasladó de nuevo a Valladolid, y Cervantes con ella, para poder seguir mendigando favores. Mientras los grandes poetas del Siglo de Oro, empezando por Francisco de Quevedo o Luis de Góngora, gozaban de una sólida posición o de la protección de aristócratas, y el mejor dramaturgo de la época, Lope de Vega, podía incluso vivir de su obra, la justa fama que le había dado la difusión del Quijote sólo sirvió a Cervantes para publicar otras obras que ya tenía escritas: los cuentos morales de las Novelas ejemplares, el Viaje del Parnaso y las Comedias y entremeses.
En 1615, meses antes de su muerte, envió a la imprenta el segundo tomo del Quijote, con lo que quedaba completa la obra que lo sitúa como uno de los más grandes escritores de la historia y como el fundador de la novela en el sentido moderno de la palabra. A partir de una sátira corrosiva de las novelas de caballerías, el libro construye un cuadro tragicómico de la vida y explora las profundidades del alma a través de las andanzas de dos personajes arquetípicos y contrapuestos, el iluminado don Quijote y su prosaico escudero Sancho Panza.
Las dos partes de Don Quijote de la Mancha ofrecen, en cuanto a técnica novelística, notables diferencias. De ambas, la segunda (de la que se publicó en Tarragona una versión apócrifa, conocida como el Quijote de Avellaneda, que Cervantes tuvo tiempo de rechazar y criticar por escrito) es, por muchos motivos, más perfecta que la primera, publicada diez años antes. Su estilo revela mayor cuidado, y el efecto cómico deja de buscarse en lo grotesco y se consigue con recursos más depurados.
Los dos personajes principales adquieren también mayor complejidad, al emprender cada uno de ellos caminos contradictorios, que conducen a don Quijote hacia la cordura y el desengaño, mientras Sancho Panza siente nacer en sí nobles anhelos de generosidad y justicia. Pero la grandeza del Quijote no debe ocultar el valor del resto de la producción literaria de Cervantes, entre la que destaca la novela itinerante Los trabajos de Persiles y Sigismunda, su auténtico testamento literario.
Fuente: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/cervantes.htm
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